Cuando nuestro organismo se enfrenta a cualquier patógeno, desarrolla lo que se denomina un ESTADO INMUNE. Es decir, es la situación que vive una persona que habiendo sobrevivido a una enfermedad, ha quedado libre o exento de volver a padecerla.
Pero, ¿quién proporciona esa inmunidad? ¿Cómo se desarrolla esa inmunidad?
Ese estado inmune lo propician tanto el sistema inmunitario innato (es capaz de eliminar muchos agentes patógenos en el primer contacto pero no asegura la inmunidad total al organismo) como el sistema inmunitario adaptativo (permite reconocer y atacar a cualquier patógeno, aunque no hay habido ningún contacto previo).
Se puede hablar por tanto de:
· Inmunidad congénita natural: aquella en la que el individuo es resistente a gérmenes que causan infecciones en otras especies; la tenemos desde el nacimiento
· Inmunidad adquirida: aquella que se va adquiriendo a lo largo de la vida a medida que nuestro organismo se enfrenta a los diversos patógenos. Podemos distinguir:
- Inmunidad adquirida activa: es el propio organismo, mediante su sistema inmunitario, el que fabrica anticuerpos ante la presencia del patógeno, bien por que padece la enfermedad (natural) bien porque se ha sometido a una vacunación (artificial).
- Inmunidad adquirida pasiva: los anticuerpos no han sido sintetizados, fabricados por el propio organismo, sino que proceden de otro. Es natural en el caso en el que el feto o el recién nacido reciben anticuerpos maternos a través de la placenta o durante la lactancia. Es artificial cando se inyecta a un enfermo un suero que contiene los anticuerpos específicos. El problema de este tipo de inmunidad es que no genera memoria inmunológica.
Un exceso de tolerancia llevará al organismo a confundir unas moléculas con otras, provocando un escaso nivel de respuesta, o lo que es lo mismo, una situación de inmunodeficiencia. Por el contrario, un defecto de tolerancia le hará reaccionar en exceso, incluso ante sus propias moléculas, creando un estado de autoinmunidad.
Entre las enfermedades autoinmunes destacan: la esclerosis múltiple, la artritis reumatoide y la diabetes mellitus entre otras.
La hipersensibilidad o reacción alérgica o alergia, es también una respuesta inmune, pero tan exagerada que, lejos de proteger al organismo, provoca múltiples alteraciones en él.
Hay ocasiones en las que el sistema inmune, por alteraciones genéticas o por infecciones víricas, es incapaz de reconocer el antígeno y por tanto de detener la infección. El organismo se encuentra en una situación de inmunodeficiencia y se vuelve vulnerable a todo tipo de enfermedades microbianas. Esta inmunodeficiencia puede ser congénita y por tanto hereditaria, como sería el caso de los denominados "niños burbuja". O puede ser una inmunodeficiencia adquirida, como es el caso del SIDA, provocado por el virus VIH.
El conocimiento actual del sistema inmunitario permite la puesta en marcha de técnicas curativas basadas en los propios mecanismos de la defensa inmune, destinadas a suplir las propias deficiencias de funcionamiento en algunas enfermedades como el cáncer o el sida.
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